Las espirales están presente en el diseño de la naturaleza, desde algo tan pequeño como la molécula del ADN, o tan grande como una galaxia.
Es un diseño que genera movimiento, fuerza, flexibilidad, comunicación, colaboración, dinamismo...
Nos es evidente al observar el tronco de un árbol, y ver como resiste la fuerza del viento, o al observar un enredadera, la capacidad para dirigir sus hojas en busca de luz, o como los girasoles rotan mirando al sol...
Es un diseño que genera movimiento, fuerza, flexibilidad, comunicación, colaboración, dinamismo...
Es un diseño inteligente del que nos aprovechamos todos, incluso en la arquitectura comenzamos a hacer uso de ellas, ya que una estructura rígida soporta peor las presiones, (vientos, movimientos de tierra, o cambios en las presiones atmosféricas).
Pues nuestro cuerpo posee el mismo diseño, los músculos están compuestos de pequeñas fibras musculares helicoidales, atadas entre sí y rodeadas por el tejido conjuntivo, también con dirección helicoidal, a sí que los propios músculos son espirales, que trabajan en conjunto para obtener flexibilidad, potencia y resistencia.
Gracias a las espirales nuestro cuerpo está tan bien diseñado, como un objeto único perfectamente conectado gracias a la dirección de los músculos y al sistema oseo.
Es fantástico observar las matemáticas del universo, la evolución natural de las cosas, y el orden perfecto que todo parece poseer, ese extraño equilibrio, que nuestro camino evolutivo (la razón) todavía no consigue reproducir con la misma eficiencia.
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